
Descubre cómo optimizar anuncios, landing pages y ofertas digitales sin fórmulas mágicas. Claves prácticas para reducir costos, mejorar conversiones y enfocar tu estrategia en lo que realmente funciona.

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Lanzas la campaña. Pasan las horas. Revisas las métricas y sientes ese nudo en el estómago. Invertiste tiempo, creatividad y dinero, pero los resultados no llegan. Clics carísimos, registros que no se concretan, o peor, un silencio absoluto. Si te sientes identificado, créeme, no estás solo. Es el pan de cada día para quienes nos aventuramos a vender en el mundo digital.
Hace poco, en una de nuestras sesiones de preguntas y respuestas con la comunidad, nos sumergimos de lleno en estas trincheras. Dejamos de lado la teoría de manual y hablamos de los problemas reales, esos que no te dejan dormir. Vimos el caso de una campaña con un costo por resultado de 114 pesos que dolía en el bolsillo y la frustración de ver que, aunque lograbas una venta, el costo de adquisición te dejaba en números rojos.
Estas conversaciones son oro puro, porque nos recuerdan una verdad fundamental: el éxito de una oferta digital rara vez llega al primer intento. Es un proceso constante de pulir, ajustar y, sobre todo, probar. No se trata de encontrar una fórmula mágica, sino de construir un método de optimización.
Quiero compartirte las claves que desglosamos en esa sesión, mi propia experiencia y la de otros miembros de la comunidad. Vamos a desmitificar el proceso y a darte herramientas prácticas para que puedas aplicarlas hoy mismo en tus proyectos.
El primer punto de contacto después del anuncio es tu página de aterrizaje o landing page. Solemos obsesionarnos con el anuncio, pero si la página a la que llega el usuario no funciona, hemos perdido la batalla antes de empezar.
Parece una obviedad en 2025, pero te sorprendería la cantidad de veces que diseñamos en la comodidad de nuestro monitor de 27 pulgadas y nos olvidamos de que la gran mayoría de las personas nos verá en una pantalla de 6 pulgadas.
Cuando abrí la página de uno de los miembros de mi comunidad en mi teléfono, el mensaje principal se cortaba. Lo que debería ser un impacto inmediato —título, subtítulo y video— quedaba oculto "above the fold" (la parte de la pantalla que ves sin hacer scroll). Ese pequeño detalle, esa "tontería", puede ser la diferencia entre que alguien se quede o se vaya en menos de tres segundos.
El viaje del usuario es rapidísimo: ve un anuncio que le llama la atención, hace clic y espera encontrar una conexión inmediata. Quiere validar en un instante que está en el lugar correcto. Por eso, la estructura debe ser:
Solo después de captar esa atención inicial, la persona empezará a explorar el resto de la página.
Recuerda poner atención al uso de contrastes entre las secciones. Una landing page no es un documento; es una experiencia visual. Cuando una página tiene un fondo uniforme y texto monótono, el ojo se cansa y empieza a escanear sin detenerse.
Mi recomendación personal es buscar estos contrastes para "obligar" al ojo a detenerse y poner atención. Puedes lograrlo de varias formas:
El objetivo es crear un ritmo visual que mantenga al usuario enganchado, llevándolo de un punto de interés al siguiente hasta llegar a la llamada a la acción.
Una vez que tu landing está afinada, es hora de hablar de los anuncios. Aquí es donde surgen la mayoría de las dudas y frustraciones: ¿cuánto invertir?, ¿cuándo apagar un anuncio?, ¿por qué no tengo ni un solo clic después de gastar 180 pesos?
La pregunta del millón: "¿Cuánto presupuesto se necesita para tener un clic?". La respuesta es: depende. Depende del anuncio, de la oferta, de la audiencia y de si el robot de la plataforma (como Facebook Ads) tiene datos sobre quién es tu cliente ideal.
Lo que sí es una regla no escrita es que necesitas darle tiempo. En la sesión, surgió la pregunta de cuántos días debían pasar antes de descartar un anuncio. Mi recomendación, basada en la práctica, es por lo menos 7 días. Las plataformas necesitan un período de aprendizaje para optimizar la entrega de tus anuncios. Si apagas un anuncio a las 72 horas, es posible que estés matando una campaña que justo empezaba a encontrar su ritmo.
Ahora bien, esto no significa que debas esperar 7 días si la campaña no reporta absolutamente nada y se está comiendo tu presupuesto. Si después de unos días no tienes impresiones o los costos son desorbitados, puedes intervenir. Pero si está generando datos, aunque no sean los ideales, ten paciencia.
Es muy raro que el primer anuncio que lances sea el ganador. El proceso es un ciclo continuo:
Este ciclo de probar, medir y optimizar es lo que, con el tiempo, baja tu costo de adquisición y mejora los resultados. Yo mismo he tenido anuncios corriendo por meses que siguen trayendo resultados, y mientras tanto, sigo probando nuevas versiones en paralelo.
Podemos tener la mejor landing page y los anuncios más creativos, pero si la oferta no es la correcta, nada de lo demás importa. Este es, quizás, el punto más estratégico y el que más nos cuesta definir.
Durante la conversación, llegamos a un punto importantísimo: se trata de saber qué estamos vendiendo, cómo lo vamos a vender, y tener claro qué funciona y qué no, pero sin perder la esencia.
Mi metodología se basa en construir todo alrededor de una oferta central principal. Una oferta "core" que esperamos que genere el 80% de la facturación.
El problema de tener múltiples ofertas corriendo al mismo tiempo (la campaña para el newsletter, la del curso de mandalas, la de la sesión 1 a 1) es que te obliga a optimizar tres cosas a la vez. Esto no solo es agotador, sino que diluye tus esfuerzos y tu presupuesto. Es muy desgastante estar replanteando la oferta y la campaña constantemente.
En cambio, si te enfocas en una sola oferta principal, todo tu ecosistema trabaja para ella:
Esto no significa que no puedas tener otros productos o servicios, pero deben funcionar como caminos hacia tu oferta principal, no como distracciones.
El proceso de optimización que describí antes (del anuncio al mensaje, luego a la landing page con video, etc.) lo he aplicado sobre la misma oferta desde que empecé el proyecto en febrero. Cada ajuste, cada nuevo anuncio, cada versión de la página de ventas (ya voy por la cuarta) se construye sobre el aprendizaje anterior.
Las llamadas con clientes, los mensajes que recibo, los comentarios en los anuncios... todo es retroalimentación que uso para refinar el mensaje y la oferta. No estoy reinventando la rueda cada mes. Estoy puliendo el mismo diamante.
Este enfoque te da tracción y claridad. Te permite entender profundamente los dolores y necesidades de tu cliente ideal y ajustar tu mensaje hasta que resuene de manera poderosa.
Si hay algo que quiero que te lleves de este texto es que la optimización no es un evento, es un hábito. Es una curva de aprendizaje, una pendiente que vamos subiendo poco a poco.
No te frustres si los resultados no son inmediatos. Cada campaña que no funciona como esperabas no es un fracaso, es una lección. Es un conjunto de datos que te dice qué no hacer la próxima vez.
Así que respira hondo, vuelve a revisar tu landing en el celular, analiza tus anuncios con paciencia y pregúntate: ¿está mi oferta principal realmente conectando con una necesidad real? El camino de la optimización es un maratón, pero con cada paso, con cada ajuste, te acercas un poco más a la meta.